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Tercera unidad

Las profecías del Mesías

Painting by Peeter van Avont of the Holy Family departing for Egypt

Peeter van Avont - Salida de la Sagrada Familia hacia Egipto

Sumario

 

A lo largo de la historia de Israel, Dios ha ido revelando progresivamente el misterio de la venida del Mesías. Por tanto, Jesús está presente en los cientos de profecías del Antiguo Testamento que hablan de él. En esta lección veremos algunas de las primeras y más importantes profecías. En conjunto, forman una imagen clara de quién será el futuro Mesías: Descenderá de los patriarcas Abraham, Isaac, Jacob y Judá. Será un rey de la línea de David. Vendrá a más tardar en el año 135 d.C. Vendrá como un hijo dado a nosotros y nacerá en Belén de una virgen. Y será una bendición para toda la humanidad porque restaurará nuestra amistad con Dios al derrotar a nuestro enemigo, la serpiente, aunque morirá en el proceso. 

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Objetivos de aprendizaje

 

Habrás completado con éxito esta unidad cuando puedas:

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  • Explicar cómo el Protoevangelio habla de un futuro Mesías que restaurará la amistad entre la humanidad y Dios derrotando a la serpiente. Pero en esta batalla, también sufrirá la muerte. 

  • Detallar cómo las promesas de Dios a Abraham, Isaac y Jacob revelan que el Mesías descenderá de ellos y traerá una bendición universal a toda la humanidad. 

  • Indicar cómo la bendición de Jacob revela lo siguiente sobre el Mesías: descenderá de Judá, será un rey y vendrá antes del año 135 d.C., a más tardar. 

  • Explicar cómo la profecía de Balaam presenta al Mesías como un rey que tendrá dominio sobre el pueblo y conquistará a sus enemigos.

  • Explicar cómo la profecía de Moisés subraya el carácter profético de la misión de Cristo.

  • Señalar cómo la profecía de Natán declara que el Mesías descenderá del rey David. 

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Introducción

 

Como hemos visto en las lecciones anteriores, Jesús está presente en las profecías y los tipos del Antiguo Testamento. Dedicaremos dos lecciones a las profecías sobre él. En esta unidad veremos algunas de las profecías que predicen su venida como Mesías, y en la siguiente veremos algunas de las profecías que hablan acerca de su pasión y muerte. Gran parte de la información presentada aquí está tomada del libro de Lawrence Feingold The Mystery of Israel and the Church, volumen 1 "Figure and Fulfillment". Para los interesados en este tema, recomiendo encarecidamente este libro.

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La primera promesa de Dios

 

La primera profecía sobre el futuro Mesías se encuentra en el libro del Génesis. Cuando Adán y Eva pecaron al comer el fruto del árbol prohibido, perdieron la amistad de Dios, no solo para ellos, sino también para todos sus descendientes. Ante esta situación, podrían haberse desesperado fácilmente. Por eso, Dios, en su bondad, les prometió que un día enviaría un redentor para restablecer nuestra amistad con él.

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«Pongo hostilidad entre ti y la mujer, | entre tu descendencia y su descendencia; | esta te aplastará la cabeza | cuando tú la hieras en el talón». (Gn 3, 15)

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Este enigmático oráculo encendió las esperanzas de Adán y Eva y elevó su espíritu. Por eso se le llama Protoevangelio, es decir, la primera (proto) buena noticia (evangelium). Brant Pitre muestra cómo los antiguos judíos lo interpretaban como una profecía del futuro Mesías.

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Las interpretaciones judías más antiguas que poseemos sobre el oráculo bíblico acerca de la "serpiente" y la "mujer" (Génesis 3, 15) lo veían como una profecía del Mesías. El ejemplo más destacado es el libro de Enoc, muy popular entre los judíos del siglo I d.C. Este antiguo escrito judío no solo identifica al "Mesías" con el "Hijo del Hombre" (1 Enoc 48, 2-10), sino que también vincula al Hijo del Hombre con la profecía de la mujer de Génesis 3, 15. [1]

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Se mirarán los unos a los otros aterrorizados, bajarán la mirada y la pena se apoderará de ellos cuando vean a este Hijo de Mujer sentarse sobre el trono de su gloria... Porque desde el principio el Hijo del Hombre fue ocultado... (1 Enoc 62,5–7) [2]

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Como comenta el Dr. Pitre, este pasaje muestra cómo los judíos de la época de Jesús identificaban al Mesías con la descendencia de Eva, "la madre de los vivientes". También cita el siguiente pasaje de un antiguo Targum judío: 

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I will put enmity between you and the woman and between your sons and her sons... For her sons, however, there will be a remedy, but for you, O serpent, there will not be a remedy, since they are to make appeasement in the end, in the day of King Messiah. [3]

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Lo significativo de estos pasajes es que muestran que los antiguos judíos -y no sólo los cristianos- interpretaron el Protoevangelio como una profecía del Mesías. Hay varias cosas importantes que hay que tener en cuenta sobre el Protoevangelio. En primer lugar, fue dado en los albores de la humanidad, justo después de la caída pero antes de que Adán y Eva tuvieran hijos. Por lo tanto, es razonable suponer que les habrían hablado de esta promesa, y ellos, a su vez, la habrían transmitido a sus descendientes. Esto continuó a lo largo de los siglos, de modo que todas las culturas tienen, de alguna manera, un recuerdo primordial sobre el pecado original y la promesa de un redentor, aunque éste se haya distorsionado mucho con el paso del tiempo. 

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En segundo lugar, cabe señalar que no se trata solo de una profecía sobre la venida del Mesías. También habla de su batalla contra la serpiente. En esta batalla, ambos bandos parecen morir: la descendencia humana aplastará la cabeza de la serpiente, y la descendencia de la serpiente supuestamente venenosa le morderá el talón. Se trata de una referencia a la Pasión de Cristo. Él vencerá a Satanás muriendo.

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En tercer lugar, esta profecía nos dice que el Mesías no luchará solo contra la serpiente; una mujer también estará involucrada: "pongo hostilidad entre ti [la serpiente] y la mujer y la mujer". Si esta profecía se refiere a la venida de Jesús, entonces esta mujer debe ser María.

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La segunda promesa de Dios

 

En el curso sobre la Historia de la Salvación, vimos que los primeros once capítulos de la Biblia terminan en una situación de suspenso. El pecado se ha extendido por el mundo como una avalancha y esto ha desbaratado el plan original de Dios. Después del pecado de la Torre de Babel, Dios confundió la lengua de los pueblos para que no pudieran comunicarse entre sí y luego los dispersó por todo el mundo. La comunión que pretendía al principio parece haber quedado completamente destruida y el lector se pregunta qué esperanza le queda a la humanidad.

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Pero luego, en el capítulo 12, Dios comienza su plan de salvación. Su primera acción consiste en llamar a Abraham y decirle que bendecirá a todas las familias de la tierra a través de él.

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«Haré de ti una gran nación, te bendeciré, haré famoso tu nombre y serás una bendición. Bendeciré a los que te bendigan, maldeciré a los que te maldigan, y en ti serán benditas todas las familias de la tierra». (Gn 12, 2–3)

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Esta bendición universal es la segunda promesa de Dios sobre el futuro Mesías. Esta promesa es tan importante que Dios la renovó varias veces. Encontramos la primera de ellas en el capítulo 22. Después de que Abraham demostró su amor y su fe en Dios al estar dispuesto a sacrificar a su hijo Isaac, leemos:

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El ángel del Señor llamó a Abrahán por segunda vez desde el cielo y le dijo: «Juro por mí mismo, oráculo del Señor: por haber hecho esto, por no haberte reservado tu hijo, tu hijo único, te colmaré de bendiciones y multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo y como la arena de la playa. Tus descendientes conquistarán las puertas de sus enemigos. Todas las naciones de la tierra se bendecirán con tu descendencia, porque has escuchado mi voz». (Gn 22, 15–18)

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Más adelante, en el capítulo 26, Dios vuelve a renovar esta promesa, pero esta vez al hijo de Abraham, Isaac. Dios le dice:

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«Reside en ese país, y yo estaré contigo y te bendeciré, pues a ti y a tus descendientes os daré todas estas tierras, cumpliendo el juramento que hice a tu padre Abrahán. Multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y daré a tus descendientes todas estas tierras. En tus descendientes se bendecirán todas las naciones de la tierra, 5porque Abrahán escuchó mi voz y acató mis órdenes, mandatos, decretos e instrucciones». (Gn 26, 3–5)

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Y finalmente, Dios lo renueva por última vez en el capítulo 28. Allí leemos que Jacob estaba durmiendo,

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Y tuvo un sueño: una escalinata, apoyada en la tierra, con la cima tocaba el cielo. Ángeles de Dios subían y bajaban por ella. El Señor, que estaba en pie junto a ella, le dijo: «Yo soy el Señor, el Dios de tu padre Abrahán y el Dios de Isaac. La tierra sobre la que estás acostado la daré a ti y a tu descendencia. Tu descendencia será como el polvo de la tierra, y te extenderás a occidente y oriente, a norte y sur; y todas las naciones de la tierra serán benditas por causa tuya y de tu descendencia. (Gn 28, 12–14)

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Sobre esto, Lawrence Feingold escribe:

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Vemos en estas profecías que la propia existencia del pueblo de Israel se relaciona repetidamente con la bendición que se dará a todas las naciones en su descendencia. Se les dan cuatro promesas: (1) la tierra de Canaán será dada a sus descendientes; (2) tendrán una descendencia tan numerosa como las estrellas del cielo y la arena de la tierra; (3) Dios los bendecirá, asistirá y acompañará con su presencia íntima; y (4) Dios bendecirá a todas las naciones en la simiente de Abraham, Isaac y Jacob.

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Es muy significativo que la propia existencia y multiplicación del pueblo judío esté vinculada a una bendición de alcance absolutamente universal. Se promete a un pueblo particular una tierra particular, pero esta bendición particular no es un fin en sí misma. Por el contrario, la promesa de la existencia y la fecundidad de Israel es en aras de una bendición que trasciende todas las fronteras nacionales y es para todas las naciones de la tierra. El Mesías no es sólo para Israel, sino para todas las naciones.

 

Obviamente, esto contradice la idea judía tan común que imagina al Mesías como un mero libertador nacional o una gran figura militar. ¿Cómo podría un genio militar judío, liberándolos de las ataduras de la dominación extranjera, ser una bendición para todas las naciones de la tierra? [4]


Las promesas de Dios de bendecir a la humanidad fueron cumplidas por Jesús al ascender al cielo.

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Y los sacó hasta cerca de Betania y, levantando sus manos, los bendijo. 51Y mientras los bendecía, se separó de ellos, y fue llevado hacia el cielo. (Lk 24, 50–51)

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La bendición de Jacob

 

Vimos anteriormente, cómo Dios prometió que el Mesías descendería de Abraham, Isaac y Jacob. Abraham y Sara solo tuvieron a un hijo, Isaac. Isaac tuvo gemelos, Esaú y Jacob. Leemos en la Biblia cómo Esaú vendió su primogenitura a Jacob y luego cómo éste engañó a su padre para que le diera la bendición. Así que está claro que el Mesías vendrá del linaje de Jacob y no del de Esaú. Pero Jacob tuvo doce hijos. ¿Cómo podremos saber de quién descenderá el Mesías? Si Dios no nos lo hubiera dicho, habría sido imposible determinarlo.

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Uno podría pensar lógicamente que el Mesías vendría de Rubén, el hijo primogénito de Jacob. O quizás de su hijo más querido, José. Después de todo, él fue el virtuoso héroe de la familia que acabó salvando a todo el mundo. Pero probablemente nadie habría pensado en el cuarto hijo de Jacob, Judá. Era un canalla. Fue él quien vendió a José como esclavo. Más tarde se casó con una mujer cananea y acabó acostándose con su nuera, Tamar, pensando que era una prostituta. De esta relación pecaminosa salió el Mesías, como leemos en el Evangelio de Mateo.

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Libro del origen de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán. Abrahán engendró a Isaac, Isaac engendró a Jacob, Jacob engendró a Judá y a sus hermanos. Judá engendró, de Tamar, a Fares y a Zará(Mt 1, 1–3)


Cuando Jacob estaba a punto de morir, reunió a sus doce hijos y los bendijo individualmente. La bendición que dio a Judá revela que el Mesías descendería de él:

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«A ti, Judá, te alabarán tus hermanos, | pondrás tu mano sobre la cerviz de tus enemigos, | se postrarán ante ti los hijos de tu padre. Judá es un león agazapado, | has vuelto de hacer presa, hijo mío; | se agacha y se tumba como león | o como leona, ¿quién se atreve a desafiarlo? No se apartará de Judá el cetro, | ni el bastón de mando de entre sus rodillas, | hasta que venga aquel a quien está reservado, | y le rindan homenaje los pueblos. Ata su asno a una viña, | y a una cepa, el pollino de la asna; | lava su sayo en vino, | y su túnica en sangre de uvas». (Gn 49, 8–11)

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Además de revelar el linaje del Mesías, esta bendición revela otros detalles importantes. El Mesías será un rey porque tendrá el cetro. Un cetro es un símbolo de autoridad real o imperial. El Mesías también lavará sus vestidos en vino, la sangre de las uvas. ¿Qué puede significar esto? Si se lee a la luz de los Evangelios, puede entenderse que esta bendición profética se refiere a la Pasión del Señor.

 

Además, según Lawrence Feingold, el hecho de que "no se apartará de Judá el cetro... hasta que venga aquel a quien está reservado" ayuda a fechar la venida del Mesías. Sobre esto, escribe:

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Por otra parte, este texto es de gran interés en relación con el tiempo de la venida del Mesías. Pues el texto afirma que la soberanía no se perderá por completo para Judá antes de que venga el Mesías. Esta soberanía de Judá, disminuida progresivamente en los siglos anteriores a Cristo, se perdió finalmente cuando los procuradores romanos empezaron a gobernar en Palestina tras la muerte del rey Herodes y el exilio de su hijo Arquelao, hacia el año 6 de nuestra era. Una expresión más grave de la pérdida de soberanía se produjo con la destrucción de Jerusalén y del Templo en el año 70 d.C. Esta pérdida fue llevada aún más lejos en el 132-135 d.C. con la represión de la segunda revuelta judía bajo un falso Mesías, Bar Kochba, después de lo cual los judíos fueron dispersados entre los pueblos durante más de dieciocho siglos. Por lo tanto, el Mesías debió de venir ciertamente antes de esa fecha. [5]

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La profecía de Balaam

 

Encontramos otra importante profecía sobre el Mesías en el Libro de los Números. Hacia el final de su marcha de cuarenta años hacia la Tierra Prometida, los israelitas llegaron a la llanura de Moab. Ésta se encontraba al este del río Jordán. Balac, el rey de los moabitas, se alarmó por ello y ofreció pagar al profeta Balaam para que maldijera a Israel. Pero Dios impidió que Balaam lo hiciera. En cambio, le hizo bendecir repetidamente a los israelitas. Durante una de estas bendiciones, Balaam dijo lo siguiente

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«Lo veo, pero no es ahora, | lo contemplo, pero no será pronto: | Avanza una estrella de Jacob, | y surge un cetro de Israel. | Aplasta las sienes de Moab, | el cráneo de todos los hijos de Set. Edón será tierra conquistada, | tierra conquistada Seír. | Israel despliega su poder, Jacob domina a sus enemigos, | y aniquila a los fugitivos de Ar».  (Nm 24, 17–19)

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Comentando esta profecía, Lawrence Feingold escribe:

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Es interesante observar cómo Balaam conecta el destino de Israel con su culminación mesiánica. La gloria de Israel se ordena a dar lugar a la gloriosa "estrella de Jacob". Aquí se imagina al Mesías como un rey que tendrá dominio sobre el pueblo y conquistará a sus enemigos. Es fácil ver cómo una profecía así podría llevar a una interpretación nacionalista. Sin embargo, tenemos que leer cada profecía a la luz de todas las demás. Si juntamos la "estrella de Jacob" con Génesis 3,15, queda claro que los enemigos del Mesías son Satanás y el pecado.

 

En segundo lugar, debe notarse que esta profecía no puede aplicarse a David, Salomón o cualquier otro rey o héroe judío, pues no conquistaron a todos los hijos de Set, que fue el tercer hijo de Adán y Eva después de Caín y Abel. Fue en la línea de Set que la verdadera religión fue transmitida desde Adán y Eva, y Set es quizás utilizado como figura de los justos de todas las épocas. Noé era de la línea de Set según el Génesis 5. Por lo tanto, todos los pueblos de la tierra de hoy son hijos de Set. Así pues, el Mesías no debe gobernar simplemente sobre un país, como Israel, sino sobre todos los hijos de Set.

 

Evidentemente, el tipo de conquista que realmente pretende el autor divino es espiritual. Se refiere a la conversión de los hijos de Set al culto del verdadero Dios. [6]

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La profecía de Moisés

 

Encontramos varios pasajes en el Evangelio de Juan que hablan del "profeta".

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Y este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a que le preguntaran: «¿Tú quién eres?». Él confesó y no negó; confesó: «Yo no soy el Mesías». Le preguntaron: «¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?». Él dijo: «No lo soy». «¿Eres tú el Profeta?». Respondió: «No». (Jn 1, 19–21)

 

La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía: «Este es verdaderamente el Profeta que va a venir al mundo».  (Jn 6, 14)

 

Algunos de entre la gente, que habían oído los discursos de Jesús, decían: «Este es de verdad el profeta». (Jn 7, 40)

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¿A quién podrían referirse? Israel había tenido muchos profetas, pero, siempre que el Nuevo Testamento habla de "el profeta", se refiere a un profeta concreto, el prometido por Moisés.

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«El Señor, tu Dios, te suscitará de entre los tuyos, de entre tus hermanos, un profeta como yo. A él lo escucharéis... El Señor me respondió: “... Suscitaré un profeta de entre sus hermanos, como tú. Pondré mis palabras en su boca, y les dirá todo lo que yo le mande. Yo mismo pediré cuentas a quien no escuche las palabras que pronuncie en mi nombre». (Dt 18, 15–19)

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Podemos decir que Moisés se refiere aquí al Mesías porque tendrá la misma autoridad que él para hablar en nombre de Dios.

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Esta profecía revela un nuevo aspecto de la misión mesiánica. Hemos visto que el Mesías será investido con las funciones de rey supremo, profeta y sacerdote. Este texto subraya la naturaleza profética de la misión de Cristo. Un profeta no es solo el que predice el futuro, aunque también lo hace. Un profeta es el que habla en nombre del Señor. En este sentido, el Mesías será un gran profeta como Moisés. Será el nuevo Moisés.

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Para entender esto tenemos que reflexionar sobre el papel de Moisés en la formación del pueblo judío. Fue el mediador de la alianza entre Dios y el pueblo, sellada por la sangre del sacrificio en el Monte Sinaí. En segundo lugar, fue el mediador en la transmisión de la Ley de Dios al pueblo. Tercero, vio a Dios "cara a cara" y habló con Él íntimamente. En cuarto lugar, sacó al pueblo de la esclavitud y lo condujo a la Tierra Prometida. En quinto lugar, se decía que era el hombre más manso de la tierra. El nuevo Moisés debe cumplir estas características de manera superabundante y espiritual. Traerá una nueva alianza entre Dios y el hombre, sellada con la sangre del sacrificio perfecto y eterno. Él legislará una ley más perfecta, como escuchamos en el Sermón de la Montaña y en los Evangelios. La obediencia será debida a Él como lo fue a Moisés. Liberará al pueblo del yugo de la esclavitud, no de la esclavitud física de Egipto, sino del yugo mayor del pecado y el vicio. Conducirá al pueblo a través de las aguas del bautismo. Será un hombre de perfecta oración e intimidad con el Padre, y "manso y humilde de corazón". [7]

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La profecía de Nathan

 

Cuando Dios estableció la alianza con David, habló a través del profeta Natán sobre uno de los descendientes de David que gobernará para siempre. 

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En efecto, cuando se cumplan tus días y reposes con tus padres, yo suscitaré descendencia tuya después de ti. Al que salga de tus entrañas le afirmaré su reino. Será él quien construya una casa a mi nombre y yo consolidaré el trono de su realeza para siempre. Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo. (2 Sam 7, 12–14)

 

Lawrence Feingold explica cómo esta profecía habla tanto del hijo de David, Salomón, como del futuro Mesías.

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Podría entenderse que esta profecía se refiere en parte al rey Salomón, que construyó el glorioso Templo del Señor y estableció un magnífico reino terrenal, y cuya iniquidad (y la de sus descendientes) podría ser castigada por Dios. Sin embargo, el trono de Salomón no era eterno, ni su reino estaba establecido para siempre. O bien Dios estaba exagerando mucho, o este texto se refiere a otro hijo que nacerá de la semilla de David, que reinará para siempre sobre Jacob: el Mesías. ¿Qué trono terrenal puede ser firme para siempre? La profecía se aplica estrictamente solo a Cristo, que construyó la casa espiritual del Señor -la Iglesia-, un reino que durará hasta el final de los tiempos, gobernado por Cristo Rey y administrado a través de su vicario en la tierra, el Papa. [8]

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Tanto las genealogías de Mateo como las de Lucas nos muestran que Jesús descendió efectivamente de David. Sobre esto, San Pablo también escribe en su carta a los romanos.

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Pablo, siervo de Cristo Jesús, llamado a ser apóstol, escogido para el Evangelio de Dios, que fue prometido por sus profetas en las Escrituras Santas y se refiere a su Hijo, nacido de la estirpe de David según la carne,… (Rom 1, 1–3)

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Conclusión

 

Hay muchas otras profecías en el Antiguo Testamento sobre el futuro Mesías. Desafortunadamente, no tenemos el tiempo y el espacio para verlas todas. La lectura de la Biblia es un proyecto para toda la vida. No se puede estudiar todo en una sola sesión. Lawrence Feingold presenta y explica en su libro varias profecías adicionales.

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  • El Salmo 72 describe al Mesías como un rey eterno del linaje de David.

  • Isaías 7 predice el nacimiento virginal del Mesías.

  • Isaías 9 habla de un hijo que se nos ha dado y lo describe con los siguientes atributos: "Maravilla de Consejero, Dios fuerte, Padre de eternidad, Príncipe de la paz".

  • Isaías 11 dice que "sobre él se posará el espíritu del Señor". Esto se cumple durante el bautismo de Jesús, cuando el Espíritu de Dios se posa sobre él en forma de una paloma.   

  • Miqueas 5 predice que el Mesías nacerá en Belén.

  • Daniel 9 predice con asombrosa exactitud la fecha de la venida del Mesías.

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Leídas juntas, estas profecías forman una imagen más clara del futuro Mesías: Será un descendiente de los patriarcas Abraham, Isaac, Jacob y Judá. Será un rey de la línea de David. Vendrá, como muy tarde, antes del año 135 d.C., y será un hijo dado y nacido en Belén de una virgen. Y será una bendición para toda la humanidad porque restaurará nuestra amistad con Dios a través de su muerte sangrienta. De todos los personajes históricos que conocemos, ¿quién sino Jesús cumple todas estas condiciones?

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Tareas

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  • Explica cómo el Protoevangelio habla de un futuro Mesías que restaurará la amistad entre la humanidad y Dios derrotando a la serpiente. Pero en esta batalla, también sufrirá la muerte. 

  • Detalla cómo las promesas de Dios a Abraham, Isaac y Jacob revelan que el Mesías descenderá de ellos y traerá una bendición universal a toda la humanidad. 

  • Indica cómo la bendición de Jacob revela lo siguiente sobre el Mesías: descenderá de Judá, será un rey y vendrá antes del año 135 d.C., a más tardar. 

  • Explica cómo la profecía de Balaam presenta al Mesías como un rey que tendrá dominio sobre el pueblo y conquistará a sus enemigos.

  • Explica cómo la profecía de Moisés subraya el carácter profético de la misión de Cristo.

  • Señala cómo la profecía de Natán declara que el Mesías descenderá del rey David. 

Notas a pie de página

 

[1] Brant Pitre, Jesus and the Jewish Roots of Mary, p. 23 [traducción propria].

[2] https://www.bibliotecapleyades.net/esp_enoch.htm.

[3] Targum Neofiti on Genesis 3:15 citado en Brant Pitre, Jesus and the Jewish Roots of Mary, p. 23 [traducción propria].

[4] Lawrence Feingold, The Mystery of Israel and the Church, vol. 1, “Figure and Fulfillment”, pp. 21–22 [traducción propria].

[5] Ibid, pp. 22–23 [traducción propria].

[6] Ibid, pp. 23–24 [traducción propria].

[7] Ibid, pp. 24–25 [traducción propria].

[8] Ibid, p 26 [traducción propria].

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